Resulta inusual y sorprendente que alguien, en este caso una entidad, la Fundación Respeto, a través de sus colaboradores, se acerque a los centros penitenciarios, los convierta en galerías de arte, dé papel y rotulador a los internos y les invite a dejar fluir de su interior, símbolos que representen para ellos el respeto.
Su proyecto de implicar y despertar la creación artística en la población reclusa ha provocado un gran impacto en la misma. Observamos como los jóvenes de nacionalidades y culturas distintas se paran, piensan unos instantes en como simbolizar el respeto, conectan con ese lenguaje simbólico universal, crean en la tabla, se sienten artistas, y orgullosos ellos mismos expresan frases como: “me siento libre con este arte”, ”con este arte me siento capaz de cualquier cosa”, “represento lo que siento”, “el arte me inspira y trasmite paz y libertad”, “es como un escape hacia el interior de mis pensamientos y mis sentimientos”.
Tal vez éste sea el mejor modo de dejar la impronta de este valor tan necesario y tan olvidado a veces en el corazón de las personas.
A saber,
Respeto a sí mismo.
Respeto a la vida.
Respeto al otro.
Respeto al entorno.
Respeto al arte…
Saly. Monitora ocupacional del Centro Penitenciario Madrid II.